domingo, 9 de abril de 2023

Mi cuento,,,

Mi regalo es la vida, disfrutarla y reír con ella. 
Seguir soñando sigue siendo mi lema, el espíritu de mis ilusiones.
... 

domingo, 7 de junio de 2020

Grito desesperado

Necesito gritar que estoy cansada y que, aunque no quiero rendirme, me quedo sin fuerzas.
No quiero implicar a nadie en mis emociones, mas pensando en los demás me derrumbo.
Mi valentía se ha fugado, dejando sin resquicio la esperanza de volver.
Que el timón de mi vida se ha girado hacia un rumbo desconocido.
No sé cómo enderezar la vela que dirija mi mente, mi alma y mi corazón.

sábado, 18 de abril de 2020

A la espera...

Siempre queda la esperanza, aún sabiendo que el amor duele, para descubrir nuevos horizontes, idas y venidas de emociones y sentimientos nuevos.
Siempre asoma la duda, indescriptible amiga de la desconfianza. Soberana intrusa en la mente y despiadada con el corazón.
Y mientras los pensamientos afloran con añoranza de mágicos encuentros, la vida cruza sus astros y te presenta la desazón y la batalla más temible.
Esa lucha por priorizar y encontrarse uno mismo. Una contienda de energías. Una quemazón pendenciera.
Y cuando la cuerda afloja, la exigencia al prójimo se traduce en reproches. La desidia de la comunicación en desaliento de ausencias y las carencias de afecto en olvido premeditado.
No quiero paseo en barca con la mar brava.
Ni quiero disputa oral por niñerías absurdas.
Y en ello empleo mi tiempo, en quererme un poco más, sin pretender que me amen.
En curar mis heridas de combates absurdos, "si tú no yo tampoco".
Y aparcando mi vida en el obrador de la ciencia, pongo a prueba la caducidad de mis sueños.

jueves, 12 de marzo de 2020

Nos vemos a la vuelta,,,

El camino se crea alzando la vista y dando el primer paso.
Mirada al frente, batallando contra sueños y mentiras.
Nadie espera sucumbir a la enfermedad, al miedo, a la incertidumbre.
El alma helada, marchita, sacando fuerzas en la lucha diaria.

La risa escondiendo indiferencias, malditos pesares de dolor y angustia.
Las lágrimas ahogando silencios, intentando vencer batallas emocionales.
La garganta muda, tragando alaridos de terror.

Vagar consciente mecida por el desfallecimiento.
Pasar desapercibida, etérea a las miradas ajenas.
Acariciar almas ignorantes, mostrándome insensible.
Rozar la ira, hasta someterme a la resignación.

No quiero cadenas de consuelos, ni abrazos compasivos.
Quiero seguir llevando las riendas de mi vida.
Quiero batallar, a veces sola.
Quiero salir y luchar.

Que las trampas de la vida, no me dejen caer en la tentación del agotamiento. 
La fortaleza de mi alma y mi corazón, superará con creces, el abismo del desasosiego.

Nos veremos a la vuelta,,,





martes, 10 de marzo de 2020

RELATO CORTO

Hubo una primera vez, y tenía que haber una última. No sabría poner fecha a mi infelicidad, pero mientras tanto, el silencio ensordecedor, me hacía sentir vacía…
Los días se sucedían ante una galería de hipocresía absoluta. Una sociedad donde las sonrisas eran puñales y los consejos grilletes, que me arrastraban a la más burda de las mentiras. Un matrimonio tedioso y caducado.
Me levantaba sucia, inerte, autómata. Así siempre, con el semblante herido que no dejaba pestañear la duda de mis inquietudes.
Se sucedían las mañanas en la lucha laboral, la impaciencia de los hijos, y la inflexible dependencia de mi esposo.
Las tardes abrazaban momentos de soledad con sospecha dibujada de displicencia sexual, porque las horas que completaban mis días, eran las noches de sepulcro afectivo, de caricias rotas y besos robados.
Y no me equivocaba.
Mi marido llegaba esa noche, “dispuesto”, como de costumbre, y yo empezaba a estremecerme de hastío y desazón. Temiendo el momento de mullir mi lecho, deseaba no sentir su aliento tras mi nuca y que el sueño le venciera como yo nunca supe hacerlo.
Pero alargó su brazo acordonando mi cintura y debió notar mi sobresalto.
Mi mente viajó rauda y explícita, evocando las veces que sus manos manejaban mi cuerpo a su antojo.

Sin permiso ni piedad.
Cómo sus labios querían beber de la fuente prohibida de mi boca, deseando ser correspondido con un beso apasionado, ignorando el desdén de mi repulsa. Sus manos recorrían, ante mi rechazo, mis senos apagados. Y ardía de dolor cuando los agarrotaba del ansia por poseerme, mientras se desprendía de mis vestiduras como apestosa mugre, para acechar su presa aún más indefensa.
Mis negativas eran como el elixir de su excitación, porque me sentía perdida entre las sábanas, bajo su cuerpo, abierta a un deseo insano y desgarrador, para deleite de su hombría y repulsión para mi femineidad.
Recordaba cada abominable caricia después de haber repudiado su actitud, su soberana prepotencia e imposición. Su argumento machista de ser su mujer y deber cumplir con mis obligaciones conyugales.
Y si hubo una primera vez, también hubo una última, porque no estaba dispuesta, una vez más, a doblegarme tras sus exigencias.
Echándolo a un lado me levanté, lo desafié con la mirada, y le invité a salir de mi vida, de mi ser, de mi mente, porque ya hacía tiempo que estaba fuera de mi corazón. Hacía tiempo que dejé de sentirme mujer y por  primera vez creí recuperar mi dignidad, no permitiendo que continuara saciando esa sed enfermiza y sexista. Y la crueldad del maltrato y la violación, se erradica con un “NO”.
Atónito e insolente quiso soltar una verborrea absurda que yo no estaba dispuesta a escuchar, así que fui al cuarto de baño y, sentada en el suelo, empecé a llorar.
Me sentía prisionera de emociones, pero con el alma libre.
Aun así, temí golpes en la puerta, moratones en mi cuerpo, gritos desolados de mis hijos, sangre, policías…
Pensé en todas esas mujeres, que habiendo alzado la voz un día, están sepultadas, mutiladas o casi olvidadas.
Tuve miedo, mucho miedo por el devenir.
Sin embargo, sentí la puerta de la calle cerrarse, con un leve golpe y me invadió una oleada de frescura en la habitación.
Salí de mi breve y voluntario cautiverio, le busqué por toda la casa, pero se había ido.
Mi instinto me hizo acelerar los pasos para ver a mis hijos, que descansaban plácidamente. Ajenos a los cambios que nos depararía la vida. Y a los pies de la cama del pequeño, me rendí a la suerte de la esperanza, sequé mis lágrimas y me dormí.
Fue el mejor de mis sueños, y he de decir que, a día de hoy, sigo soñando…










TÍTULO:ESCLAVA DE EMOCIONES”
AUTORA:   BIBIANA ROMERO BIANCHI
Ex­­-alumna y madre de una alumna de 1º Bachillerato






CÁNCER




Sólo en un segundo.
Una mirada compasiva.
Y una voz muda.

Y así, en silencio,
Toda una vida pasando ante mí.
Sin piedad.

Un hallazgo fortuito.
Enemigo cauto y sigiloso.
Una palabra maldita.

Las noches devanando proyectos en blanco.
La mente ya no entiende de futuro.
Se desvanecen los sueños.

El llanto mece la inquietud.
Las lágrimas bañan los miedos.
La ansiedad agota el alma.

Por momentos la luz,
Destella de esperanza el devenir.
Es incierto, pero reconfortante.

Silencio y paciencia.
Incertidumbre y resignación.
¿Quién dijo miedo?

Aquí te espero,
Con altibajos emocionales.
Luchando




lunes, 30 de diciembre de 2019

Mis estrellas

Cómo perderme en la noche para mí siempre iluminada,,
En columpios de arcoiris, de lunas llenas y menguantes.
Constelaciones de sensaciones que me hacen levitar, velada por mis estrellas.
Compartiendo sueños, emociones, risas, llantos,,,
Sucumbiendo a la belleza, a la energía infinita de complicidad y fuerza.
Espíritu en continúa renovación, con salpicaduras de inocencia y revuelo de locura.
Con la ventura y la dicha de navegar entre estrellas,,, de poder brindar un año más y desear la riqueza en amores, sensaciones nuevas y sueños cumplidos,,,
Que la paz interior se exteriorice en el brillo de nuestro rostro,,, de nuestras miradas y nuestros gestos,,,
Que la armonía sea nuestro camino y la prosperidad nuestro destino,,,
Feliz año 2020 y todos los venideros,,,